¡Jo! Lo que hubiera dado por haber hecho este proceso de coaching durante mi infancia. Me hubiera ahorrado muchos disgustos y hubiera pasado de ser una niña indecisa a una niña segura de mí misma. Porque sí, durante el proceso fui recuperando poco a poco esa seguridad que me faltaba.
En ese momento tuve un momento ¡eureka! y descubrí que mi vida profesional tenía que dar un giro de 180º para ayudar a los niños a creer en sí mismos y a que crezcan con una autoestima sana y con capacidad para pensar por sí mismos.
Lo tenía claro pero… ¿sabes qué pasó? Que un nuevo trabajo con más responsabilidades y un cambio de país puso freno en mi camino.